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El proyecto estuvo enfocado a artistas e investigadores jóvenes en el escenario de la cuarentena, es por esto, que el interés fue reflexionar sobre problemáticas claves como la afección, la mutación y lo digital. Las afecciones fueron consideradas en su doble sentido, la de afectar y la vinculada a los afectos, sobre ambos el grupo reflexionó y brindó trabajos que pueden ser leídos como pilares conceptuales. Asimismo, se propuso realizar trabajos entorno al momento después de la tragedia, planteando miradas que piensen desde el dolor y más allá de éste. Es así que se elaboraron proyectos vinculados a la sanación, para desde allí imaginar situaciones que muten, y la necesidad de ritos de sanación y de paso para que esto suceda.
Lo quemado no arde, los sonidos del detrito. Mezclamos el acto ordinario de morir fuera de nuestra conciencia, a algo que sucede en un lugar lejano y desafortunado. (…)
El Árbol-Antena nos transduce historias y recuerdos de lenguas muertas procedentes de comunidades de la Amazonia, desde su estructura de cortezas interrelacionadas nos invita a recorrer y habitar el espacio. La pieza irradia sus voces mediante un sistema multicanal en el plano visible y mediante técnicas de radiodifusión en el entorno adyacente electromagnético, permitiéndonos conectarnos a la pieza.